domingo, 2 de diciembre de 2007






La pareja protagonista

Paula Echevarría y Álex González.


A él nos lo creemos desde el principio interpretando el papel de Urbano. Bajando del carruaje ya parece un actor veterano que interpreta sin ningún complejo junto al que parece que será su último papel en el cine. Alfredo Landa. A pesar de la dificultad del texto, parece que esté sacado literalmente de la obra de principios de siglo pasado, ambos, interpretan sus personajes con credibilidad, muy buena voz y dicción (esto suele ser una asignatura pendiente en los actores jóvenes españoles). Hay buena química entre ellos y ese enamoramiento inmediato que siempre resulta tan difícil de creer, funciona. Aunque el hermoso rostro de ella no encaje demasiado a mi juicio con lo que se presupone de una chica de su edad en un pueblo de la montaña de Asturias de esa época. Sí, su forma de moverse, de hablar e incluso de tocar. Se puede ejemplificar lo que digo en la secuencia de la iglesia cuando le describe a su amiga el amor que siente por Urbano. Está secuencia en manos de una mala actriz hubiera quedado realmente ridícula pero con sus gestos, con sus pausas y su emoción verdadera hace que te creas todo. Esa inocencia de adolescente que a su vez se transforma en madurez al ser capaz de retener esos sentimientos y expresarlos como una mujer. Esa mezcla es compleja de expresar en una sola secuencia. Quiero destacar también la actuación de Tony Acosta que comparte con Paula esta y otra secuencia. La de la despedida que está rodada en plano secuencia y con las actrices de perfil al espectador y sentadas en la cama. Es posible que sea la secuencia más emotiva del film sin duda gracias a la interpretación de ambas actrices pero me pregunto si con otro tipo de dirección se le podría haber sacado más provecho al estado de gracia de Tony y Paula. Echo de menos aunque sea un primer plano de alguna de ellas. Es formidable también como Álex consigue que sutilmente diferenciemos entre la bondad y el ser cabal de su personaje de algo que suele estar tan cercano al tonto y el inocente. Esa candidez en la mirada de Álex. Sin duda, hasta ahí es inteligente Garci. En la elección de sus actores. Pocos tienen esa bondad en su mirada y además ser capaz de transmitirla a la gran pantalla. ¿Pero es posible que alguien sea tan dulce y bueno? Con verlo moverse, reírse, abrazar, besar o ponerse serio y tener que levantarse de su silla para poner las cosas en sus sitio (lo hace en dos ocasiones con Alfredo Landa al pedir la mano de su nieta y con Carlos Larrañaga al demostrarle que no es un corrupto). Ahí está el hombre cabal y recto aunque bondadoso. No me cabe duda de que la bondad existe al ver a este gran actor en acción.

Aunque claro, para Garci no existe el cine sin falsedad ni artificio. Y estoy seguro de que al igual que no veo el cine como lo ve Garci él no verá como yo la vida y por lo tanto no estará muy de acuerdo con esta palabras sobre su film. Aunque es muy probable que en la opinión sobre el protagonista de su película sí que coincidamos.